Este artículo aparecido en la web http://www.formapyme.com me resulta increiblemente acertado para aclarar un movimiento que perjudica a las auténticas empresas Low Cost. En Rotulowcost lo sabemos ya que costó mucho esfuerzo y dolores de cabeza poder reducir los costes de los rótulos luminosos a la mitad sin rebajar calidad ni márgenes de beneficio. Os invito a leerlo y distribuirlo.
“No todo lo que se presenta como bajo coste es low cost. “Y menos en estos momentos, donde el concepto tiene mucho éxito en sí mismo y se confunden términos”, advierte Valls. Todo producto barato no es low cost, explica, “porque en un momento determinado podemos encontrarnos con restos de serie de un producto concreto”. En los outlets, por ejemplo, se pueden encontrar primeras marcas de primer nivel a un precio rebajado, pero no es low cost.
Silva coincide con este punto de vista y comenta que, en los últimos años, “han surgido muchas empresas que se han autodenominado de bajo coste para que los clientes las asociaran con bajo precio, pero no eran realmente low cost, y por eso ha habido muchos fracasos en esta estrategia”. Silva cita como ejemplo a Air Madrid, la aerolínea española de bajo coste para vuelos de larga distancia que canceló sus operaciones a finales de 2006.
Los expertos señalaron, tras el cierre de Air Madrid, que su fracaso es el ejemplo de que es imposible operar vuelos baratos en rutas de larga distancia. La aerolínea lo intentó, pero a costa de exprimir al máximo su corta flota, haciendo jornadas maratonianas de quince horas de vuelo para amortizar su tiempo al máximo. Un pequeño retraso, por un problema técnico o meteorológico, contagiaba al resto de la red multiplicando su efecto. Lo cierto es que Air Madrid no era totalmente low cost, sólo se parecía al resto de las aerolíneas de su clase en su precio, ya que trabajaba a través de agencias de viajes en lugar de Internet, contaba con clase business y hacia vuelos transoceánicos, dentro de Europa y España, eludiendo el objetivo primordial de controlar los costes al máximo.
Por otro lado, la profesora del IE aclara que hay empresas que han entendido el low cost como una reducción de los servicios “y eso es fácil de imitar, lo difícil es hacer lo que han hecho empresas que han configurado de una manera distinta todas sus actividades”. Por eso, para que una empresa no fracase con este modelo, Silva dice que lo primero que hay que pensar es el servicio básico que quiere el cliente. “La primera innovación es redefinir ese servicio y lo segundo es la redefinición de actividades, que sean más difíciles de imitar”, aclara. Pero, además, es necesario que esta redefinición de servicio básico no afecte demasiado la percepción de calidad. Los riesgos que el modelo plantea son, en su opinión, que la empresa baje la calidad percibida del producto o que no sea capaz, por su estructura de costes, de llegar a ese mínimo precio que te hace sobrevivir en el mercado.
Para Valls, los factores de éxito en la estrategia low cost son, en primer lugar, “hacer una reducción drástica de costes, efectiva. Esto significa un adelgazamiento de la estructura de la empresa”. En segundo lugar, señala, los precios tienen que ser dinámicos, “es decir, que puedan ir modificándose a tenor de donde vaya la demanda. Y por último, es necesario que se publiciten los precios más baratos como la imagen de la compañía”.
- Actitudes cruzadas
El profesor de Esade cree que, ante las perspectivas negativas de la economía, es posible que este concepto low cost tenga una implantación cada vez mayor. “Estoy viendo, por ejemplo, cómo en el sector inmobiliario, donde yo no conozco modelos de estructura low cost, se están planteando una serie de estrategias que pueden acabar convirtiendo algunas compañías inmobiliarias en compañías low cost”. En su opinión, en un futuro no muy lejano veremos otra serie de empresas que, en la medida en que se enfrenten a crisis o se enfrenten a situaciones recesivas o negativas, frente a crecimientos importantes en años anteriores del consumo, puedan incidir en estructuras low cost.
Para Silva, sin embargo, este movimiento es independiente de lo que puede ser una ralentización, es algo más coyuntural. “Hay un cambio que es más estructural: el de los gustos de los clientes. Ha surgido un nuevo tipo de consumidor que hace que en muchos sectores sí puedan estar pensando en este tipo de estrategia. Hay clientes que quieren sólo el servicio básico porque no les apetece pagar más por eso, no porque tenga una renta baja”.
En cuanto a este último punto, Valls dice que hay que contraponer el mundo de las marcas, por una parte, de las empresas de prestigio, lo exclusivo, frente al resto de aspectos, que son marcas blancas, segundas marcas, precios low cost. “Ésta es la gran pugna que, en estos momentos, se plantea en la sociedad. No toda la población se decanta masivamente hacia lo low cost, sino que depende en qué momentos, en qué circunstancias, los mismos consumidores que quieren productos low cost desean productos de marca, de exclusividad”. Y añade: “Los directivos están dispuestos a viajar con las mínimas comodidades, sin frills, pero luego cuando llegan al lugar de destino se alojan en un hotel muy caro”. Valls explica que actualmente se dan actitudes cruzadas: “unas veces los consumidores se comportan de una manera y otras veces de otras. Hay una pugna, una sensibilidad en torno a lo que es calidad y prestigio”.
De hecho, los productos y servicios de precio alto, el lujo, sigue teniendo más o menos el mismo número de clientes siempre, haya o no ralentización económica, explica Valls. “Ofertas de alta gama seguirán teniendo el mismo éxito. Con el acuerdo de cielos abiertos de EEUU y Europa (que liberaliza el tráfico aéreo entre ambos lados del Atlántico), hay empresas que están haciendo vuelos entre estos dos destinos en compañías de alta gama”.
- Transformación en low cost
Lo que ambos tienen claro es que, en estos momentos, todas las empresas están intentando reducir costes. Sin embargo, transformar la estrategia de la empresa y convertirse en un verdadera low cost es complejo. Silva dice que no en todos los sectores es fácil implementar este modelo porque hay que pensar en actividades distintas, “no debe ser fácil crear una empresa low cost en líneas aéreas de largo recorrido, porque hay que reconfigurar esas actividades. Pensar de una forma distinta es complicado y difícil cuando mucha gente ha estado pensando en eso”. Para hacerlo dice que “es mejor olvidarse de las practicas de la industria, no contar con herencias del pasado, sobre todo para no limitar la capacidad de la empresa para poner en marcha un modelo de negocio y una nueva configuración de actividades de la empresa”.
Valls coincide en que la mayoría de las empresas low cost nacen como tales porque ya reducen drásticamente el número de personas que trabajan en la empresa. “No conozco, por el momento, casos de empresas establecidas que se conviertan en low cost”. Pero para transformar a una empresa en una low cost, él recomienda, en primer lugar, que haya “una drástica reducción de costes, adelgazamiento de estructuras, presencia en Internet, publicitación de los costes bajos y precios dinámicos, son las características que pueden permitir que cualquier empresa, desarrollando estas estrategias, tenga éxito. Aunque haya que reinventar la empresa, se puede empezar de cero y posicionar los productos como productos low cost”. Además, concluye diciendo que “para que haya compañías de low cost tiene que haber masa crítica”.”
Fuente: Universia knowledge Wharton
- Un buen ejemplo
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05/08/2011 by Pepe Llabrés